28.11.11

Ando filosofando (1)

Un día me calenté y me puse a caminar. Caminé intentando llegar al precipicio donde termina el mundo, que es chato como un plato, donde están los dragones, lo demonios y demás. Porque, ¿quién cree, de verdad, que el mundo es redondo? No puede ser así, como una pelota gordita, rechoncha, llena de cosas. Si no hay cosas que meterle adentro. Es chato, obviamente. Nosotros lo inflamos. Nos inflamos. Pero somos chatos como el mundo, simplemente chatos. Y vivimos cayéndonos de él, con los monstruos y bestias. Pero no nos damos cuenta, porque pensamos que el mundo es una esfera. Y que es complicado, y somos complicados. Y somos sólo una manga de boludos.

Por eso me enojé con todos. Incluyéndome a mí. Caminé tanto que no me cansé nunca. Pisé océanos y desiertos. Atravesé ciudades enormes con tanta gente como mentiras, y también pueblos de chozas con la simpleza de un mundo flaco. Es curioso, pero no comí en todo el viaje. Creo que me bastaba con pensar, comía ideas. Pero no ideas complicadas. No quería dolores de cabeza. Ideas sencillas. Como una manzana. La gastronomía refinada produce cólicos. ¿Qué ideas simples? No sé, ya las digerí. Cuando coma más me voy a acordar. Aún así, creo que escribiendo esto ya empecé a sentir gases. En la cabeza. Los hombres llenamos el mundo de gases. Y así nos parece redondo. Pero son sólo pedos. El mundo es chato.

“Qué tipo chato” insultamos a menudo. ¡Bien por él! Un tipo chato no se infla. Es lo que es. Ojalá todos nos permitiéramos ser chatos. Pero ser chato suena a desprecio. Ha de ser por eso que nos encanta engordar. Qué lindo es ocupar espacio. Ser chato tiene sentido para pocos. Cada vez siento más ganas de ir al baño, me estoy inflando demasiado.

Algún día, supongo, el globo se nos va a pinchar. Y habrá tanto olor a pedo que tendremos que darnos cuenta lo malo que es inflarse. Entonces encontraremos la magia de ser chatos. Pero no chatos como un plasma o un iPhone. Esas son las cosas más gordas de todas. Parecen chatas y simples pero están llenas de gases. Tampoco chatos como las hostias de la iglesia, o los abdómenes chatos. Cuando exploten esos, el olor va a desmayar a unos cuantos. Sí chatos como el mar, quizás. O como las hojas de los árboles. Pero sobre todo como el mundo, que es chato, sin dudas.

Continuará...

(¿Continuará?)

2.11.11

Publicamos...

Extraído de Crónicas desde Asia

¿Dónde está el 'hombre tanque' de Tiananmen?

DAVID JIMÉNEZ desde Pekín

3 de junio de 2008.- Avenida de Changan de Pekín. Cinco de junio, 1989. Los tanques han aplastado la revuelta estudiantil en las últimas 48 horas y los hospitales están desbordados ante el número de heridos. Algunos han perdido las piernas, aplastadas bajo los tanques. La rebelión ha muerto para todo un pueblo, menos para él. 

¿Quién es?

Lleva un pantalón negro, camisa blanca y dos bolsas de plástico, como si viniera de la compra. Una fila de tanques T-59 trata de avanzar por la principal avenida de la ciudad, pero él se antepone y logra frenar su avance.

¿Quién es?

El primer tanque trata de esquivarlo y él se desplaza hacia un lado para ponerse de nuevo delante. Se sube al tanque y habla con el soldado que quiere avanzar, quizá tiene prisa por seguir disparando contra jóvenes desarmados. Aseguran que le dijo: "Vete, da la vuelta y deja de matar a mi gente".
¿Quién es?
Nadie lo sabe. Han pasado 19 años y sigue siendo simplemente el 'hombre tanque'. 'El rebelde desconocido'. 'El héroe de Tiananmen'. Si está vivo, quizá alguien le haya contado que fue nombrado por la revista Time uno de los '100 personajes más influyentes del siglo XX' y que su acción ha inspirado revueltas desde Indonesia a Ucrania. Pero no ha aparecido para reclamar su premio o recibir los aplausos. Unos los sitúan viviendo en el anonimato en alguna parte de la China rural, otros en el exilio de Taiwán y la mayoría bajo tierra, su osadía concluida de un disparo en la nuca.

¿Quién es?

Me gustaría preguntarle qué se siente cuando se actúa convencido de que un principio está por encima de la vida propia, si tenía miedo o éste había desaparecido engullido por la magnitud de aquella injusticia. ¿Acaso creíste que podías, tú solo, frenar al mayor Ejército del mundo, derrocar a la dictadura y devolver la vida a los caídos?

Tanques contra personas: parece desigual y lo es. Fuerza contra ideas. Parece injusto pensar que se pueda imponer la primera, pero ocurrió. Cientos de miles de estudiantes y ciudadanos de a pie dijeron basta al régimen comunista chino, tomando ese millón de metros cuadrados de historia que es la plaza de Tiananmen. Atrincherados, un grupo de líderes despóticos se vio en la encrucijada de perder el poder o disparar a su propia gente. Eligieron la segunda opción. El delito de las víctimas: haber osado enarbolar la bandera de la libertad.

China ha vivido desde entonces una transformación sin precedentes, ha sacado de la pobreza a cientos de millones de sus habitantes y empieza a ocupar el sitio que merece entre las potencias del mundo. Pero Tiananmen sigue importando porque es el símbolo de lo que no ha cambiado en todo este tiempo: pensar diferente, y sobre todo hacerlo en voz alta, se paga todavía con la cárcel.

"No fueron miles sino unos pocos cientos los muertos de Tiananmen", llevan años repitiendo los siempre comprensivos apologistas de una dictadura que nos les afecta directamente. Bien, fueron cientos pues. ¿Es eso más aceptable? "Gracias al régimen y su intervención, China es hoy el milagro económico que es", insisten. Más bien a su pesar, pensamos los que creemos que el mérito es del pueblo chino y no de un grupo de dictadores que cada cinco años se reeligen a sí mismos en el nombre de un comunismo que ha desaparecido.

Y parece legítimo preguntarse si volverían a sacar a los tanques en caso de que vieran amenazadas sus prebendas. Quizá un hombre sin nombre, recién llegado de la compra, se pondría frente a ellos para recordarles que hay cosas que no se pueden matar. Ni siquiera con tanques. Aquí estamos, 19 años después, y el héroe de Tiananmen sigue vivo, símbolo imperecedero de la lucha por la libertad y contra la opresión.

¿Quién es?

Importa más qué hizo.
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